La Guerra del Pacífico: Los Héroes Olvidados, Los que Nunca Volverán 

 

 

 

 

Un hombre solo muere cuando se le olvida

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Juan 2º Meyerholz, Veterano del 79

 

 

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28 de Junio de 1882

 

2° COMBATE DE MARCAVALLE

***

PARTE DEL GENERAL ANDRÉS CÁCERES. [1]

 

JEFATURA SUPERIOR, POLÍTICA Y MILITAR DE LOS DEPARTAMENTOS DEL CENTRO.

Izcuchaca, Junio 24 de 1882

Señor:

Me es grato comunicar a V. S. que nuestras avanzadas de guerrilleros se hallan frente al enemigo y que en breve será atacada la avanzada de Marcavalle, que los chilenos han reforzado últimamente, y que es muy posible le haga saber la toma de alguna pieza contraria.    

Dispongo lo conveniente a fin de flanquear por derecha e izquierda a Huancayo, para sitiar allí al enemigo y apro­vechar de la primera ocasión para emprender el ataque.

Cuanto ocurra de notable se lo comunicaré para que allá se le dé la debida publicidad.

Envíe V. S. cuantos rifles pueda, que hoy más que nun­ca son necesarios para armar el gran número de ciudadanos que solicitan armas para defender la patria.

Han ingresado a este Cuartel General 600 lanceros que forman parte de los guerrilleros de Acoria, debiendo llegar después dos compañías más. La gente es buena y entusias­ta, y manifiesta gran resolución. Dentro de pocos días más le comunicaré el resultado de tantos esfuerzos.

Dios guarde a V. S.

ANDRÉS A. CÁCERES

Al señor Prefecto y Comandante General del departamento de Ayacucho.

***

JEFATURA SUPERIOR, POLÍTICA Y MILITAR DE LOS DEPARTAMENTOS DEL CENTRO.

Izcuchaca, Junio 28 de 1882

Señor:

Desde mi oficio anterior a la fecha, no hemos tenido otro cambio de situación que el que paso a relatarle.

Dejando  acantonado el ejército en este punto y dos cantones próximos, marché a practicar un reconocimiento, llegando a distinguir las avanzadas del enemigo hasta apreciar los fuegos en que se entretenían en el punto denominado Marcavalle. Después he dejado organizada toda la fuerza de guerrilleros en tres divisiones que la forman seis batallones de más de 500 hombres cada uno, todos entusiastas y decididos.

La División Vanguardia, a órdenes del coronel Gastó, ha marchado a ocupar la derecha del valle; la 2ª  División continuará su marcha de frente el día de mañana, y el resto del ejército el viernes.

Mañana marcho con el objeto de emprender las primeras operaciones, de las cuales daré a V. S. oportuno aviso.

Como los guerrilleros han acudido en tan gran núme­ro, y para ello es de precisa necesidad el consumo de la coca, disponga V. S. el acopio de la mayor cantidad que sea posible de este artículo, entre las provincias de Huanta y La Mar, cuyos productos deberá remitirme a medida que se vayan consiguiendo.

Dios guarde a V. S.

ANDRÉS A. CÁCERES

Al señor Prefecto y Comandante General del departamento de Ayacucho.

***

PREFECTURA Y COMANDANCIA GENERAL DEL DEPARTAMENTO.

Huancavelica, Junio 30 de 1882.

Señor:

El benemérito señor General, Jefe superior, político y militar de los departamentos del Centro, me dice de As­cotambo, con fecha de ayer, lo que sigue:

“A mi llegada a este lugar, que se verificó hoy a las 11 A. M., recibí partes de dos encuentros habidos con el ene­migo: el primero realizado en la tarde de ayer y provocado por el entusiasmo de las guerrillas, que alentándose con la llegada de la Columna de Pampas, provocaron el com­bate, acometiendo al enemigo y haciéndolo retroceder, en la noche, hasta las inmediaciones de Pucará; el segundo comenzó en la mañana de hoy, iniciado por los chilenos, que en número de más de 400 infantes, caballería y dos piezas de artillería, atacaron seriamente nuestras posicio­nes, avanzando hasta las inmediaciones de Nahuimpuquio.

“En el acto me dirigí al lugar en que se verificaba el he­cho de armas, con el cuerpo de ayudantes, la escolta y una compañía de infantería; pero a mi llegada todo había concluido.

“El resultado ha sido favorable a nuestra causa: se ha conseguido un segundo reconocimiento; se ha puesto a prueba el empuje y decisión de nuestras masas guerrille­ras y, más que todo, se han hecho serias bajas en la parte del ejército invasor, que inútilmente ha pretendido recu­perar estas ventajosas posiciones,

“Tal ha sido el denuedo de nuestros guerrilleros, que tan solo arenados de lanzas, no solo han contenido a los opre­sores, sino que han marchado de frente, hasta hacerlos retroceder, dando invierte a lanzadas y despedazándolos. Ignoro las bajas del enemigo; solo he visto con impresión algunas cabezas de ellos en las puntas de las lanzas, que los indígenas traían como trofeos de guerra, y algunos rifles Comblain, y por los jefes de los guerrilleros, sé que el camino que han retrocedido es un reguero de sangre, lo que prueba que han tenido muchas pérdidas y han pretendido ocultarlas, como de costumbre, cargando con la mayor parte de los cadáveres.

“También comunico a V. S. que a más de las guerrillas de Pampas llegadas ayer como dejo referido, han llegado a este lugar en la tarde de hoy los guerrilleros de Colcabamba, al mando de su jefe el señor Sánchez Reyes.

“A esta hora, los enemigos ocupan sus antiguas posicio­nes, nuestros guerrilleros las suyas y el ejército en su puesto.

“Dios guarde a V. S—Andrés A. Cáceres.

Que me es grato trascribir a V. S. para que tenga co­nocimiento de que nos es propicia la suerte en los hechos de armas que comienzan en esta campaña, y que será fa­vorable a la causa de la República.

Dios guarde a V. S.

TOMAS PATIÑO.

Al benemérito señor Coronel Prefecto y Comandante General del departamento de Ayacucho.

 

***

2° COMBATE DE MARCAVALLE. [2]

NÚM. 382.—EJÉRCITO EXPEDICIONARIO DEL NORTE.—CUARTEL GENERAL.

Lima, Julio 12 de 1882

Señor Ministro:

El Comandante de la División del Centro, con fecha 4 del actual, al Jefe de Estado Mayor General, dice lo que sigue:

“El Comandante de las fuerzas destacadas en los pue­blos avanzados de la línea de ocupación, me da cuenta de que en la noche del 28 del mes próximo pasado fue ata­cado el destacamento de Marcavalle por un crecido nú­mero de indios y montoneros, de cuyo ataque resultó la dispersión de los montoneros, dejando muchos muertos en el campo, cuyo número no ha podido saberse con fijeza a causa de lo quebrado del terreno y de lo extenso del trayecto en que fueron perseguidos. Por nuestra parte tenemos dos muertos, que son los soldados Juan de Dios González y Marcelino Vásquez, y herido el cabo 1° Cirilo Grez y soldados Federico González, José Valencia y Juan de la Cruz Peña, todos pertenecientes al Batallón Santiago 5° de Línea.

“Para los demás detalles, acompaño a V. S. los partes origínales que me han remitido.

“He dado orden terminante para que ningún Comandante de destacamento salga de su puesto persiguiendo a indios o montoneros; pues que, con motivo de estas perse­cuciones las bajas que nos hagan en la tropa, por muerte o heridas, no quedan compensadas con centenares de in­dios que queden en el campo.

“El hecho de haber perseguido a los montoneros fue la causa de nuestras bajas; y por ello he dado orden al jefe del cuerpo a que pertenecen los capitanes destacados, que los reprenda y castigue con severidad toda vez que se se­paren de sus puestos para perseguir indios.”

Lo que tengo el honor de trascribir a V. S. para su co­nocimiento.

Dios guarde a V. S.

P. LYNCH

Al señor Ministro de la Guerra.—Santiago.

***

ANEXOS.

BATALLON SANTIAGO 5° DE LÍNEA.

Zapallanga, Junio 30 de 1882

Señor:

En vista de habérseme dado aviso, a las 12 P. M. del 28 del presente, que el enemigo atacaba la compañía des­tacada en Marcavalle, remitiéndome al mismo tiempo un soldado herido, ordené al capitán Latorre, Comandante de la fuerza de Pucará, que si el caso era apremiante, saliese en protección una compañía y la pieza de artillería, y que se me diese aviso oportuno si el hecho tomaba proporcio­nes, a fin de ponerme en marcha con mayor fuerza.

Como nada se me dijera en el resto de la noche, me puse en marcha al lugar amagado en las primeras horas de la mañana; llegando a Marcavalle me encontré con que los dos capitanes habían avanzado, batiendo al ene­migo, hasta un punto denominado Paso, y por las detona­ciones de artillería pude orientarme del lugar donde se encontraban.           

Una vez reunido con ellos, noté que el enemigo los te­nía rodeados por distintos puntos y que en número como de 2.000, estando en su mayor parte con lanzas y hondas y como 50 o 60 con armas de fuego, por el lado de la de­recha por donde yo me encontraba, pero por la izquierda había un mayor número armados de este modo, los cuales atacaban al subteniente don José Domingo Briceño, poniéndolo en gran aprieto por la poca fuerza con que se encontraba, pues solo tenía 35 hombres a sus órdenes.

En tal disposición, y habiéndoseme dado cuenta de que el enemigo había hecho dos muertos y notando que se los llevaba consigo, reuní la tropa y emprendí la marcha hacia ellos, avanzando como media legua mas al interior, en parte a paso de carga para poder conseguir mi objeto, cual era castigarlo y quitarle los muertos que dejo men­cionados y los rifles que a aquéllos pertenecían; pero solo pude arrebatarles uno de los primeros, pues ellos, cono­cedores del terreno, pudieron con facilidad ganar alturas a las que me fue de todo punto imposible llegar a tiempo por lo fatigada que estaba mi tropa.

El soldado que logré quitar venía sin cabeza, con más de 50 lanzazos y en completa desnudez, por lo que presu­mo que el otro deben haberlo llevado en igual forma.

Viendo que era infructuoso seguir la persecución, me puse en retirada, haciéndolo por partes, con el fin de proteger el paso de las quebradas, pues el enemigo, así que notó el movimiento que yo ejecutaba, volvió cara y trató de atacarme buscando las mayores alturas, lo que no consiguió, pues pude llegar sin novedad al punto donde tenía situada la pieza de artillería protegida por 50 infantes y al mando del alférez don José R. Soudy, que con magnifica dirección había hecho varios disparos.

En este lugar di orden al capitán Latorre que se reti­rara con toda su tropa a Marcavalle, guardando hasta aquel punto la misma formación que yo había traído, retirándome en seguida acompañado de tres Carabineros, con el fin de poner en conocimiento de V. S., a la breve­dad posible, los hechos que dejo mencionados.

En el trayecto recorrido por el capitán Latorre hasta Marcavalle, fue perseguido por el enemigo, que logró ha­cerle un herido más.

Como dije ayer a V. S. en mi parte que había mandado al mayor don Fernando Pérez a hacerse cargo de las fuer­zas dependientes de Pucará, con orden de que se mantu­viera en su puesto a la defensiva y de que me mandase los dos capitanes de las compañías destacadas allí, para hacer las averiguaciones del caso, referentes al por qué habían avanzado del punto que guarnecían, resultó, según lo dicho en el parte pasado por uno de ellos, que lo habían hecho en vista de las bajas que tuvieron y de la in­sistencia con que el enemigo trataba de tomarles el cam­pamento, osadía que castigaron en parte, haciéndole varios muertos y quemándoles el que ellos ocupaban.

Hechas las averiguaciones, volvieron los capitanes a su puesto,  y el mayor Pérez hasta hoy está en dicho punto sin novedad alguna, pues el enemigo se retiró una vez llegada la noche.

Original acompaño a V. S. el parte de que hago alusión, y con profundo sentimiento la lista de los muertos y heri­dos, pues, por muchas bajas que se le haya hecho al ene­migo, nunca podrán compensar las de que doy cuenta a V. S.

No concluiré, señor coronel, sin manifestar a V. S. que todo ataque a esta clase de enemigos, siempre será infruc­tuoso si no se emprende con caballería; pues si ayer la hu­biese tenido, le habría dado una severa lección, y a este respecto, creo oportuno decir a V. S. que ya en otras oca­siones he hecho presente esta necesidad, pero sin resulta­do alguno.

Es cuanto tengo que decir a V. S. en cumplimiento de mi deber.

Dios guarde a V. S.

DOMINGO CASTILLO

Al señor Coronel, Comandante de las fuerzas del Centro.

***

BATALLON SANTIAGO 5° DE LÍNEA.

Pucará, Junio 29 de 1882

Señor:

El Comandante del destacamento de Marcavalle, capitán don Claro José Ríos, en nota de ayer, me dice lo que copio:

“Hoy como a las 3 P. M. se me presentó el enemigo, for­mando su línea como a 2.000 metros, frente a la avanza­da de este destacamento.

“Como a las 4.30 P. M. emprendió la marcha hacia nos­otros e inmediatamente tomé las alturas de la derecha, con la tropa de mi mando, y en la marcha que efectué me hirieron a bala un soldado, el cual remito a ésa. Por la actitud del enemigo, me parece que su propósito es mo­lestarnos en la noche; por esa razón, creo sería oportuno me mandase refuerzos.”

En vista de la nota que tengo el honor de trascribir a V. S., mandé a dicho capitán un refuerzo de 25 hombres, como a las 11 P. M., hora en que recibí la nota que ante­cede, yendo yo mismo al mando de ella y de cuyo aconte­cimiento participé a V. S., recibiendo por respuesta que hiciera se me reuniera a los 25 hombres el resto de la compañía y una pieza de artillería, lo que ejecuté ponién­dome en marcha para dicho campamento, en donde per­manecí toda la noche en actitud de defensa. mandando a la altura de la derecha 60 hombres al mando del capitán Ríos, y al de la izquierda 35, al del subteniente don José Domingo Briceño, colocándome yo con el resto de la fuerza, ascendente a 90 hombres, al frente del enemigo. En esta actitud fuimos atacados por el enemigo, que se nos pre­sentó en distintas direcciones, en número de 1.500 a 2.000 hombres; de éstos, calculo habrían como 150 con armas de precisión y el resto armado con lanzas.

Habiendo tenido una baja en mi tropa y viendo la te­nacidad con que el enemigo trataba de tomarme el cam­pamento, me vi en la precisión de tomar la ofensiva, re­chazándolo mas allá del suyo, quemárselo y quitarles dos lanzas, tres yeguas y un caballo, todos de mala calidad; pero al mismo tiempo también tuve la desgracia de que me dejaran fuera de combate cinco hombres, de ellos dos muertos y tres heridos, y la pérdida de dos rifles, que que­daron con los primeros.

Sin exagerar, tenido creo que el enemigo ha tenido bajas de consideración, y a pesar de haber visto caer a sus hombres, no puedo precisar su número, por haber quedado repar­tidos en distintos puntos, como son alturas, quebradas, etc., y recibir órdenes de V. S. para replegarme a mi cam­pamento, y efectuándolo fui perseguido hasta muy cerca de él, después de haber avanzado en su compañía,  cuyos hechos omito referirlos por haberlos presenciado V. S. en persona.

Lo que participo a V. S. para su conocimiento y demás fines.

Dios guarde a V. S.

DIÓGENES DE LA TORRE

Al señor Comandante accidental del cuerpo.

***


 

[1] Ahumada Moreno, Pascual. Tomo VII. Página 186

[2] Ahumada Moreno, Pascual. Tomo VII. Páginas 183 - 184

 

 

 

 

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