La Guerra del Pac�fico: Los H�roes Olvidados, Los que Nunca Volver�n
Un hombre solo muere cuando se le olvida |
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*Biblioteca Virtual *La Guerra en Fotos *Museos *Reliquias *CONTACTO Por Mauricio Pelayo Gonz�lez |
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ocurri� un d�a como hoy |
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Cuando a tu paso tropieces con una l�pida, aparta la vista para que no leas: AQU� YACE UN VETERANO DEL 79. Muri� de hambre por la ingratitud de sus compatriotas. Juan 2� Meyerholz, Veterano del 79
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06 de Noviembre de 1879
Combate DE Agua Santa
PARTES OFICIALES *** PARTE DEL CAPIT�N MANUEL BARAHONA PRIMER ESCUADR�N DEL REGIMIENTO DE CAZADORES A CABALLO. Campamento de San Francisco, Noviembre 8 de 1879. Se�or Comandante: El escuadr�n de mi mando, a las �rdenes del Secretario General, teniente coronel se�or Jos� Francisco Vergara recibi� �rdenes el jueves 6 del presente para continuar el reconocimiento de la l�nea f�rrea y oficinas contiguas has�ta la estaci�n de Agua Santa, en cuyo punto termina, con encargo especial de apoderarnos del resto del material ro�dante que quedase en ella, como asimismo tomarle al enemigo un dep�sito de forraje y viveros que se nos dijo hab�a en aquel punto. A las 4 P. M., la descubierta compuesta de 21 hombres al mando del alf�rez Gonzalo G. Lara, avist� al enemigo en el lugar denominado Germania, a un kil�metro de distancia de Agua Santa. Reconocido que fue, tuvimos a la vista un escuadr�n montado, el que despleg�ndose en guerrilla y protegiendo su espalda con algunos cerrillos, nos hizo un nutrido fuego de carabina, ocupando un frente considerable. La descubierta sostuvo el fuego hasta que el resto del escuadr�n pudo formar en batalla, operaci�n que demor� algunos minutos a causa de que no pudiendo marchar sino por la l�nea f�rrea por cortar �sta una pampa de caliche, �bamos por hileras. Dada la orden de atacar, cargamos al enemigo a sable, logrando desorganizarlo en el primer encuentro. El enemigo emprendi� la retirada fraccion�ndose en dos partidas que tomaron a derecha e izquierda de sus posiciones, Perseguidos hasta unos siete kil�metros por este lado y como hasta dos por el otro, conseguimos dejar en el campo al comandante del escuadr�n, teniente coronel Jos� Ventura Sep�lveda, cuatro oficiales y como a setenta individuos de tropa; tomamos prisionero al comandante militar de Agua Santa, un teniente y seis individuos de tropa. Adem�s, hemos tomado al enemigo un lujoso estandarte con las armas del Per�, varias carabinas Remington, rifles Winchester, municiones, sables, monturas y caballos. Por nuestra parte, tengo el sentimiento de comunicar a Ud. que hemos perdido al sargento 2� de la 1� del 1�, Francisco Tapia y a los soldados de la 2� del 1� Froil�n Ben�tez y Juan de Dios Pi�eiro, los cuales han ca�do peleando bizarramente, y en especial el sargento que, siendo rodeado por cuatro enemigos, se defendi� valerosamente hasta que el soldado Pedro Castro pudo ir en su auxilio y entre ambos concluir con ellos, quedando Tapia mortalmente herido y muertos los dos caballos que montaban. Tambi�n tengo el sentimiento de comunicarle que han resultado heridos de bala y sable el alf�rez don Gonzalo G. Lara, levemente, un cabo y seis soldados, los que han sido asistidos convenientemente, y por ahora no tenemos ninguno en estado grave. Sobre el comportamiento en el combate de los se�ores oficiales y tropa de mi mando, no tengo lugar a hacer recomendaci�n especial, pues todos han cumplido con su deber. Seg�n datos suministrados por los oficiales prisioneros el escuadr�n enemigo era compuesto de oficiales y tropa del regimiento H�sares de Jun�n y de H�sares de Bo�livia. Pongo a su disposici�n el estandarte tomado al enemigo, para que Ud. se sirva disponer de �l como lo estime conveniente. En las relaciones que incluyo figuran los nombres de los oficiales de este escuadr�n que se han encontrado en el ataque, los de los heridos y los de los oficiales muertos y prisioneros. Dios guarde a Ud. MANUEL R. BARAHONA. Al se�or Comandante del regimiento de Cazadores a caballo. ***
OFICIALES QUE ENTRARON EN EL ATAQUE. Capit�n, don Manuel R. Barahona. Capit�n, don Sofanor Parra. Teniente, don Juvenal Calder�n. Alf�rez, don Gonzalo G. Lara. Alf�rez, don Juan de Dios Quezada. Alf�rez, don Carlos F. Souper. Alf�rez, don Ignacio Urrutia. Alf�rez, don Juan Manuel Astorga. Aspirante, don �lvaro Alvarado. MUERTOS DE NUESTRA PARTE. Sargento 2�, Francisco Tapia. Soldado, Juan de Dios Pi�eiro. Soldado, Froil�n Ben�tez. HERIDOS DE NUESTRA PARTE. Alf�rez, don Gonzalo G. Lara, de bala en el muslo iz�quierdo. Cabo 2�, Calisto Astudillo, de bala en el hombro iz�quierdo. Soldado, Carlos Guti�rrez, de bala en la pantorrilla izquierda. Soldado, Manuel Mu�oz, de bala en el brazo izquierdo. Soldado, Olegario Mu�oz, de bala en la cabeza. Soldado, Raimundo Guzm�n, de sable en la cabeza. ENEMIGOS MUERTOS. Peruanos del Regimiento H�sares de Jun�n. Teniente coronel comandante, don Jos� V. Sep�lveda. Teniente, don N. del Mazo. Teniente, don Jos� Sosa. Teniente, don Carlos A. Mas�as.
Bolivianos del Regimiento H�sares de Bolivia. Capit�n, don Manuel Mar�a Soto. PRISIONEROS TOMADOS. Peruanos. Teniente coronel, don Ricardo Chocano, comandante militar de Agua Santa. Cabo 1� Emilio Cano, regimiento H�sares de Jun�n. Soldado, Nicol�s Incha�, gendarme. Daniel Astorga, paisano. Bolivianos. Teniente, don Emilio G�mez, H�sares de Bolivia. Sargento 2�, Ignacio �lvarez, H�sares de Bolivia. Cabo 2�, Miguel Tean, H�sares de Bolivia. Soldado, Jos� Avil�s, H�sares de Bolivia. *** PARTE DE JOSE FRANCISCO VERGARA CUARTEL GENERAL DEL EJ�RCITO DE OPERACIONES DEL NORTE. Campamento del Hospicio, Noviembre 15 de 1879. Tengo el honor de trasmitir a V. S. el parte oficial remi�tido a este cuartel general por el se�or secretario don Jos� Francisco Vergara, a quien el infrascrito confi�, con fecha 4 del presente, la comisi�n de practicar un reconocimien�to hacia el interior del lugar en que est�bamos acampa�dos, con el objeto de conocer el estado y situaci�n de las fuerzas enemigas que nos rodearan, y de apoderarse, si era posible, de los recursos valios�simos para el ej�rcito con que cuentan esos puntos, principalmente respecto de la provisi�n de agua, cuya escasez se hizo sentir con mu�cho rigor en los primeros d�as de nuestra ocupaci�n. El mismo se�or secretarlo fue quien indic� la conveniencia de verificar este reconocimiento, ofreci�ndose espont�nea�mente para hacerlo, y a este efecto se puso a sus �rdenes la peque�a fuerza de que ha podido disponer para llevar�lo a cabo con tan feliz �xito. Su acierto y esforzado arrojo en el desempe�o de esta dif�cil y riesgosa comisi�n, ha venido a aumentar los imp�ortantes servicios que, desde el principio de la campa�a, la prestado con toda inteligencia y abnegaci�n al ej�rci�to, y que dan un elocuente testimonio de su desinteresa�do patriotismo, que ha comprometido altamente la grati�tud del Supremo Gobierno y del que suscribe. El parte es como sigue: Campamento de Dolores, Noviembre 8 de 1879. La comisi�n que V. S. tuvo a bien confiarme, ha que�dado desempe�ada. Cinco horas despu�s de haber salido del campamento del Hospicio, el 5 del presente ocupamos la estaci�n de Jazpampa, donde se cort� la comunicaci�n telegr�fica con Arica, se recogieron los �ltimos y recientes mensajes ofi�ciales del enemigo se tomaron una locomotiva, algunos carros y dos grandes estanques port�tiles para agua, y varios cajones con �tiles para el tel�grafo del Estado. Despu�s de disponer lo conveniente para la seguridad de nuestra tropa y de haber ocupado la estaci�n nombra�da y sus alrededores, con un piquete de Cazadores a las �rdenes del capit�n de artiller�a don Delf�n Carvallo, con�tinuamos nuestra excursi�n al interior para apoderarnos de la important�sima estaci�n de Dolores, donde existen las fuentes de excelente agua que proveen a las m�quinas del ferrocarril y a casi toda la comarca por donde corre. A las 2 P. M. ya �ramos due�os de este punto, donde encontramos intacta una m�quina de vapor para elevar el agua, varios estanques de fierro y una serie de pozos co�municados por galer�as y ca�ones que suministran cuanta agua pueda necesitar nuestro ej�rcito. Al siguiente d�a continuamos avanzando para ir a ocu�par el campamento que desalojaban las fuerzas peruano boli�vianas, picarle su retaguardia e ir a extinguir el fuego que hab�an puesto a sus acopios de v�veres y a los edifi�cios de esa importante salitrera. Despu�s de una marcha penosa, que nos oblig� a hacer alto por algunas horas, a las 5 P. M. al llegar al establecimiento denominado Germania, distante dos kil�metros de Agua Santa, que en ese momento era una hoguera, la descubierta anunci� enemigo al frente. Reconocidos �stos, resolvimos atacarlos, despu�s de re�plegarnos un poco para organizar la tropa, encontr�ndo�nos ya bajo los fuegos de las largas carabinas Winchester de que ven�a armada una parte de esas tropas. Sin espe�rar mucho se dio la voz a la carga, y nuestros denodados cazadores a caballo cayeron como �guilas sobre las fuer�zas que ten�an al frente. No hubo resistencia para tanto empuje; y media hora despu�s no quedaban sino hechos parciales, que solo ser�v�an para poner en relieve el inquebrantable coraje de nuestros soldados, pero que ya no pod�an influir en el �xito final, que desde el primer golpe qued� decidido. Entre estos episodios merece una relaci�n especial en esta parte el que cort� la vida al brav�simo sargento Tapia. Desviado en la persecuci�n del grueso de su fuerza, acompa�ado solamente del soldado Pedro Castro, se hall� al frente de una partida enemiga compuesta de 12 a 15 hombres. Enga�ado por su traje, que era casi id�ntico al de los Cazadores, se aproxim� confiadamente a ellos y solo los conoci� a muy corta distancia. Entonces le dijo al soldado que era preciso cargarlos, porque ellos no pod�an deshonrar su regimiento volviendo la espalda al enemigo, cualquiera que fuese su n�mero. El soldado le observ� que �l pod�a ayudarle poco, por�que su caballo estaba ya casi in�til, a lo que Tapia con�test�: �Cargar� solo, y tu como puedas ap�yame por la retaguardia para que no me rodeen.� As� lo hizo, y pele� como un le�n. Despu�s de perder su caballo, sigui� ba�ti�ndose a hasta caer herido de muerte de un balazo en el pecho; pero no sin haber dejado sin vida a tres de sus adversarios y de haber dado tiempo a que llegaran sus compa�eros para concluir con los dem�s. Los capitanes Barahona, Parra y varios otros oficiales, seguidos de unos 30 o 40 hombres, continuaron la persecuci�n hacia el Sur, y por espacio de tres leguas los espantados fugitivos fueron cayendo al filo de sus espadas. Las p�rdidas del enemigo se estiman en 50 a 60 muertos, algunos heridos y unos pocos prisioneros, entre los cuales se cuenta el teniente coronel Chocano y teniente G�mez. El comandante Sep�lveda, que era su jefe, qued� en el campo, as� como tres oficiales m�s. Nuestros muertos fueron dos soldados y el sargento Tapia, y seis heridos de poca gravedad. En resumen, se�or General, esta corta expedici�n de 175 Cazadores, ha dado a nuestro ej�rcito, en menos de 48 horas, la posesi�n de 70 kil�metros de ferrocarril, de dos locomotivas, seis grandes estanques para conducir agua, 12 o 1.5 carros de carga y todas las m�quinas y pozos de la parte Norte del departamento de Tarapac�. Acuchill� una escogida fuerza de su caballer�a e hizo resonar la pampa con el galope de nuestros caballos tres leguas m�s al Sur del campamento dejado el d�a antes por una nu�merosa divisi�n de su ej�rcito. Estos resultados son f�ciles de obtener cuando se man�dan tropas como la de Cazadores a caballo que, a un valor que no reconoce peligros, unen una decisi�n y entu�siasmo que no se extingue con los trabajos y privaciones. A esto debe agregarse la inquebrantable energ�a de sus oficiales, que saben desplegar tanto coraje en el combate como perseverancia y voluntad para luchar con la inclemencia de estas regiones. Los capitanes Barahona y Parra, el teniente Calder�n y los subtenientes Urz�a, Lara, Souper, Astorga, Quezada, Urrutia y Alvarado, merecen ser recomendados especialmente, como lo hago aqu�. Para concluir, debo hacer presente a V. S. que he sido auxiliado eficazmente por el ayudante de campo don Ra�m�n Dardignac, por el activo e inteligente sargento mayor de artiller�a don Jos� de la Cruz Salvo, y muy especial�mente por el teniente coronel de ingenieros don Ar�stides Mart�nez. A este distinguido jefe confi� la direcci�n militar de la expedici�n, y es grato para m� poder decir a V. S. que el ej�rcito tiene en �l un esp�ritu ilustrado, unido a un juicio discreto, con un �nimo tan sereno como em�prendedor. Al segundo d�a de mi salida del campamento de Pisa�gua, regres� a ese Cuartel General, habiendo dejado la tropa que me hab�a sido confiada, a las �rdenes de sus inmediatos jefes, que encontr� ya en la pampa de Do�lores. Dios guarde a V. S. J. F. VERGARA. Nuestro ej�rcito ha aprovechado ya las ventajas de esta avanzada, pues una considerable divisi�n est� acampada en la l�nea comprendida de Dolores a Agua Santa, teniendo abundante provisi�n de agua, y la de v�veres puede hacerse con alguna comodidad en los trenes tomados al enemigo, los que en sus viajes de vuelta surten de agua la divisi�n que se encuentra en este campamento. Esta distribuci�n de fuerzas ha facilitado las operaciones ulte�riores del ej�rcito, de que pronto espero dar cuenta a V. S. Dios guarde a V. S. ERASMO ESCALA Al se�or Ministro de la guerra. *** CORRESPONDENCIA *** Carta del capit�n Barahona
Campamento de San Francisco de Pisagua, Noviembre 9 de 1879. Estoy bueno y no he tenido novedad alguna. Cuando pueda leer �sta, ya, tendr� conocimiento del combate que hemos librado en Germania, seis leguas m�s al interior de este campamento y a diez y seis del puerto de Pisagua; de modo que nada le dir� de nuevo. Nosotros pasamos en tantos movimientos que no podemos mate�rialmente dedicarnos a escribir un rengl�n. Esta noche hemos alojado en esta salitrera, y logro el �nico lugar de que puedo disponer para tener el gusto de escribirle. Nada lo digo sobre el bombardeo de Pisagua, ni del asombroso desembarco y toma de la ciudad, porque aque�llo no es para mi pluma. Es imposible que hayan solda�dos m�s bravos que los chilenos. Desde Pisagua hay un ferrocarril hasta Agua Santa, punto que est� a m�s de 16 leguas del primero. En esta l�nea hay muchas oficinas o grandes m�quinas para bene�ficiar salitre, que contienen varios pozos de agua dulce, que es la vida en estos lugares. Al segundo d�a del desembarco, me toc� por suerte mandar un escuadr�n que deb�a explorar esta l�nea y re�conocer sus alrededores, con encargo de tomar el material rodante, aguadas, etc. En el primer d�a llegamos hasta la mitad del camino, habiendo tomado una locomotiva y cuatro estanques lle�nos de rica agua, una bomba para sacar agua del pozo m�s abundante que he visto, y muchos datos interesantes para la marcha del ej�rcito. Tuvimos noticia de que el enemigo se hab�a retirado al interior, abandonando la estaci�n de Agua Santa, y que estaban llev�ndose de ese punto un dep�sito de v�veres y forraje. Con el fin de tomarles estos pertrechos y a m�s otra locomotiva que exist�a all�, salimos el jueves 6, y despu�s de tomar varias aguadas llegamos a las 4 P. M. al t�rmi�no de la l�nea. A esa hora nuestra avanzada avist� enemigos y nos preparamos al combate. Nosotros al principio tuvimos la idea de que nos hab�amos encontrado con toda la fuerza que se dec�a hab�a all� y nos quedamos observando sus posiciones. Ellos formaron una larga guerrilla, resguarda�da su espalda por unos cerrillos, y lo que estuvimos a tiro nos hicieron un nutrido fuego, Hicimos una contramarcha, para que salieran de sus parapetos y ver cu�ntos eran. El enemigo tom� este movimiento por una retirada y se nos vino encima, siempre haciendo fuego. En este mo�mento dimos frente a retaguardia y mand� a la carga. Lo que pas� despu�s es cuesti�n muy larga, por los mil detalles de que se compone. B�steme decirle que el ene�migo, que era un escuadr�n montado, como nosotros, y compuesto de los H�sares de Jun�n y de los H�sares de Bolivia, fue desorganizado en el primer encuentro y desde all� perseguido y batido hasta dos leguas al interior. Quedaron en el campo cuatro oficiales y el jefe y como 80 individuos de tropa. Les tomamos un lujoso y bien bordado estandarte, muchas carabinas, municiones, sables, mon�turas y caballo, y a m�s un teniente coronel, un teniente y seis soldados. Nosotros perdimos a un sargento Tapia y dos soldados, y tuvimos seis heridos, los que por fortuna no est�n graves por ahora, Tambi�n nos hirieron un oficial Lara, aunque levemente, tal que ya monta a caballo. Se ha peleado firme y se ha sableado de un modo espantoso, terrible. Raimundo Guzm�n, mi asistente, se le fue al cuello a un cholo; pero �ste le sali� guapo, y lo tuvo tan apurado que, seg�n �l, tuvo que �correrle moquete antes de poderlo matar�. Era curioso ver a Guzm�n c�mo se revolcaba por el suelo con el cholo, el que a veces lo pon�a debajo. En fin, antes de que lo pudi�ramos proteger, ya el lo pas� de una estocada. Escenas como �stas ha habido muchas, pues todos han peleado cuerpo a cuerpo. Yo alcanc� a librarle la vida a un boliviano, pensando en usted y en mis hijitos, este infeliz les debe la vida a ustedes exclusivamente. Parece que con la toma de esta l�nea y sus aguadas, la campa�a se har� por este lado, para batir al enemigo en sus mismas posiciones de la Noria e Iquique. Con m�s de diecis�is leguas de ferrocarril, tel�grafo y agua para todo el ej�rcito, hemos ganado mucho, y nuestra victoria se facilita. MANUEL RAM�N BARAHONA *** PRENSA *** VERSI�N CHILENA Pisagua, Noviembre 11 de 1879 Al Editor del Mercurio. El d�a siguiente a las 3:45 P. M., una avanzada de Cazadores a caballo que marchaba al interior, encontr� cerca de la salitrera Germania otra compuesta de 50 bolivianos y 44 peruanos. El jefe de esta fuerza enemiga era el comandante Sep�lveda, peruano. Los bolivianos ven�an al mando del capit�n Manuel Ma�r�a Soto, del teniente Emilio G�mez y del alf�rez Exequiel Barr�n. Entre los peruanos ven�an, adem�s del jefe de toda la fuerza, se�or Sep�lveda, los tenientes Puentearnao, Mazo y Losa. De todos estos oficiales, han muerto los se�ores Barr�n, boliviano, y Mazo y Losa, peruanos, como tambi�n el comandante Sep�lveda. Germania es una oficina del Gobierno en que se elabora salitre. Se encuentra a un cuarto de legua de Agua San�ta, y es el punto a donde termina la l�nea f�rrea de Pisagua. La fuerza chilena eran como 150 hombres al mando del se�or Vergara; iban tambi�n los capitanes Parra y Barahona, los subtenientes Souper, Astorga y Calder�n. El combate termin� a las 7 P. M., quedando en el cam�po de batalla como 60 enemigos, en su mayor parte bolivianos. Los enemigos desplegaron una guerrilla por el centro al mando del teniente G�mez y del alf�rez Barr�n, haciendo frente a otra guerrilla nuestra formada en batalla frente a los peruanos. Durante un cuarto de hora un fuego nutrido, hasta que apareci� por el costado izquierdo otra, a la que sali� al encuentro el comandante Sep�lveda con los oficiales Mazo, Puentearnao y Losa. En este estado las fuerzas chilenas se replegaron para hacer una carga en batalla y a sable. El choque fue terrible, y minutos despu�s daba por resultado la derrota completa del enemigo. El capit�n Soto, boliviano, se retir� a los primeros tiros. El teniente G�mez, en la mitad del combate, cay� al suelo y varios de nuestros soldados se dirigieron a ultimarlo; pero el capit�n Parra llegaba en ese momento y lo salv� de una muerte segura, diciendo a los soldados que ning�n boliviano valiente deb�a perecer. Entre los prisioneros bolivianos tomados en el combate, vienen en el Amazonas el teniente G�mez y tres soldados del batall�n H�sares de Bol�var. Contamos entre el n�mero de nuestros hu�spedes al tristemente c�lebre Ricardo Chocano, que no hace mucho tiempo hizo comer un diario al desgraciado chileno Castro Ramos, siendo su principal y verdadero asesino, y que des�pu�s ha cometido todo g�nero de tropel�as con varios otros. Este individuo desempe�aba el puesto de comandante mi�litar de Agua Santa y fue tomado prisionero por el alf�rez Souper, de Cazadores. *** He aqu� otra versi�n del combate: Una avanzada de 140 cazadores, al mando del capit�n Barahona, tuvo ocasi�n de toparse con una avanzada perua�na compuesta tambi�n de 100 jinetes, estos �ltimos atrincherados. Los nuestros hicieron fuego, pero in�tilmente; y no hallando c�mo hacerlos salir de su escondite, hacen una retirada falsa, y los peruanos, que sin duda esperaban eso, escapan a mata caballos, y los nuestros vuelven riendas y los acorralan y comienza el sable. Resultado final: 60 peruanos y bolivianos muertos, 20 escapados y 3 prisioneros, todos oficiales: un teniente coronel, un teniente y un subteniente. *** Otra relaci�n da los siguientes pormenores: Hoy en la ma�ana 7 del presente hemos sabido por don Ar�stides Mart�nez, que lleg� al campamento, que ayer una avanzada nuestra de 130 cazadores se encontr� en Agua Santa con otra avanzada enemiga de 110, tambi�n de caballer�a. De los nuestros iban 40 muy adelantados y este escaso n�mero oblig� a los enemigos a salir de sus trincheras acerc�ndose bastante a ellos. Principiaron a hacerles fuego, y entonces los nuestros, reculando poco a poco, hicieron una huida falsa, lo que visto por los enemigos salen todos en su persecuci�n. Una vez bastante distantes y a la vista de los nuestros, vuelven y acometen contra ellos solo los 40; momentos despu�s lleg� el resto. En conclusi�n, mataron 60, huyendo los dem�s. De los nuestros 3 muertos y dos heridos. Los enemigos muy bien montados, mejor que los nuestros, y tambi�n mejor armados. M�s tarde he sabido que nuestros primeros 40 hombres se han batido m�s de un cuarto de hora con los 110 enemigos, y que cuando lleg� el resto ya estaban casi en derrota. Los aliados se bajaron de sus caballos e hicieron fuego pa�rapetados por sus caballos, los que arrancaron al momento. *** VERSI�N PERUANA. Arica, Noviembre 10 de 1879 Contin�a el adelanto de las fuerzas chilenas cuyas avanzadas se encuentran ya en Agua Santa. Una descubierta de h�sares fue derrotada por fuerzas de caballer�a enemiga. Nuestra fuerza constaba de 50 h�sares peruanos y 50 de Bolivia al mando del comandante Sep�lveda; la caba�ller�a chilena ascend�a a 350 lanceros. El ej�rcito del Sur ocupaba la l�nea de Pozo Almonte a Iquique. Indudablemente en la zona comprendida entre estos dos puntos tendr� lugar un gran combate decisivo. *** Mientras tanto, hoy o ma�ana a m�s tardar, saldr� a operar sobre uno de los flancos del ej�rcito enemigo una divisi�n a las �rdenes de S. E. el General Daza, compuesta de m�s de 3.000 hombres, cuyo cuadro es el siguiente: Escuadr�n Escolta. Escuadr�n Ametralladoras. Escuadr�n Murillo. Batall�n Granaderos Daza, 1� de la guardia. Batall�n Granaderos Sucre, 2� de la guardia. INFANTER�A DE L�NEA. Batall�n 2� Aroma. Batall�n 3� Aroma. Batall�n 4� Aroma. Dos bater�as de artiller�a de monta�a. El 6, uno de los buques chilenos estuvo en Camarones. A los disparos de rifle que hizo la guarnici�n mandada por un capit�n, contest� con una hora de vivo ca�oneo; en seguida abandon� la caleta, sin que desembarcara la fuerza que con tal intento llevaba preparada. *** En el choque contra la caballer�a enemiga, seg�n datos que hemos podido obtener hoy, muri� el teniente coronel Sep�lveda, bati�ndose desesperadamente contra un n�mero cuatro veces superior al de su fuerza. El enemigo cerco a los nuestros y termin� el combate a sable y carabina. El coronel Mas�as, subjefe de Estado Mayor, sufri� una peligrosa ca�da; fue conducido a Tarapac� y se encuentra en Molle fuera de cuidado: tiene dislocados el brazo y la pierna izquierda. 48 prisioneros tomados en Pisagua fueron remitidos a Antofagasta. *** Es desgarrador el espect�culo que presenta la explanada del muelle de Arica. Innumerables familias han aban�donado Iquique, trayendo escasamente lo indispensable para la vida. Las mujeres a todo el rigor del sol est�n sentadas en la playa con tiernas criaturas en los brazos, esperando el desembarco de sus reducidos ajuares, porque el crecido n�mero de equipajes dificulta la movilizaci�n, siendo escasos los medios de trasporte. Iquique est� desolado; todos emigran apresuradamente. Los principales propietarios han decidido pegar fuego a la poblaci�n tan pronto como se aproxime el ej�rcito chileno. CELSO
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