La Guerra del Pacífico: Los Héroes Olvidados, Los que Nunca Volverán 

 

 

 

 

 

Un hombre solo muere cuando se le olvida

*Biblioteca Virtual       *La Guerra en Fotos          *Museos       *Reliquias            *CONTACTO                              Por Mauricio Pelayo González

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Cuando a tu paso tropieces con una lápida, aparta la vista para que no leas: AQUÍ YACE UN VETERANO DEL 79. Murió de hambre por la ingratitud de sus compatriotas.

Juan 2º Meyerholz, Veterano del 79

 

 

     Condecoraciones

 

 

 

 

 

Comandancia de la corbeta Magallanes

 

                                                                                             Iquique, abril 12 de 1879

Cumpliendo con las instrucciones del jefe del convoy de que formara parte hasta el momento de mi salida de Antofagasta, dejé este puerto anoche a las 9:30 P.M.

Mi viaje no tuvo novedad hasta la mañana de hoy en que recalando sobre tierra para ir en demanda de la rada de Huanillos, fui avisado a las 10:30 A.M. de la presencia de dos vapores que cruzaban al sur de la desembocadura del río Loa.

Momentos después se reconocía que los citados buques eran las corbetas peruanas Unión y Pilcomayo que se dirigían sobre nosotros. Fiando sin duda en la potencia de sus máquinas no avanzaron con la rapidez necesaria para empeñar un combate a corta distancia, prefiriendo sin duda cañonearnos, haciéndonos fuego perpendiculares desde lejos. Esta lentitud en sus movimientos nos permitió avanzar ventajosamente obligándolos además a emprender enseguida la caza. A las 10:50 A. M.  habiéndosenos entrado hasta quedar a una distancia de 3.500 metros, se puso de través  la Pilcomayo rompiendo sus fuegos de enfilada sobre la Magallanes. A pesar de la larga distancia, los disparos de aquel buque fueron muy buenos, llegando el segundo que hizo a tocar el agua a seis metros de la hélice de babor, para rebotar en seguida en el mismo costado levantando astillazos en una extensión  de 80 centímetros. Prosiguió después su movimiento de caza, disparándonos siempre de enfilada con sus cañones de proa.

La Unión entretanto, que se nos había acercado hasta una distancia de 2.300 metros, rompió sus fuegos de su batería de babor, y si bien al comenzar el cañoneo sus disparos fueron buenos, inundándonos los alrededores del buque con los cascos de sus granadas, poco a poco sus tiros dejaron mucho que desear por lo corto a que caían aunque siempre las direcciones fueron muy buenas.

Por mi parte, a fin de no perder lo ventajoso de nuestra posición, no contesté absolutamente los fuegos de la Pilcomayo, pero si con el cañón de popa a las 12.10 P. M.  a la de la Unión, y en seguida, variando de un modo conveniente la dirección  de la proa con los cañones-colisas del centro. Apercibida la corbeta de nuestros disparos, se atravesó un poco con dirección a tierra, suspendiendo a la vez  por un momento sus fuegos para volver a romperlos de nuevo, aunque ya más lentamente. Nuestras punterías, que al comienzo no brillaron por su exactitud, debido a lo especial de nuestra posición, se fueron haciendo más certeras a medida que la variación de nuestra proa nos permitía aprovechar el mayor blanco que entonces nos presentaba el casco de la Unión. Debido a esto, las últimas fueron muy buenas, al extremo que a las 12.55 P. M. dos granadas de nuestras colisas, alcanzando el blanco, es muy posible que hayan reventado dentro del buque, causándole serias averías, por coincidir con este hecho el  apercibirnos de un gran escape de vapor por su chimenea, a la vez que separarse rápidamente del combate, optando para reunirse a la Pilcomayo, por el camino más largo, a fin de interponer de esta manera entre el y la Magallanes un poco de mayor distancia.

Reunidos de nuevo los enemigos, prosiguieron su movimiento de avance, desistiendo  sin embargo momentos después que pusieron proa a tierra, dirigiéndose a Huanillos.

Por nuestra parte se prosiguió con rumbo a este puerto.

Durante la hora larga que duró el cañoneo a que hago referencia, se gastaron por este buque los proyectiles siguientes:

2 granadas dobles de 115

2 granadas comunes de 115

19 granadas comunes de 64

11 granadas comunes de 20

8 granadas de segmento de 20

El enemigo, a juzgar por el número de sus cañones, no ha podido gastar menos del triple de la cantidad empleada por nosotros.

La máxima distancia a que se disparó fue de 4300 mts.  y la mínima de 2.300 mts.

Debo todavía hacer presente a V. S.  que las necesidades del momento me obligaron en estas circunstancias a sacrificar nuestra lancha de vapor.

Suspendida como se hallaba sobre la boca del cañón de 115, era natural que los disparos de la pieza la afectasen grandemente, como en efecto así sucedió tan pronto como se rompió el fuego.

Al primer cañonazo saltó su tablazón de proa, al segundo la roda y demás ligazones delanteras, y previendo que al tercero se cayera del todo al agua, ordené que se anticipara el momento de sus pérdida, picando al efecto las tiras que lo retenían en los pescantes.

Después de la exposición que dejo hecha, escusado casi me parece agregar a V. S. , que no hemos tenido que lamentar la menor desgracia personal, ni experimentado otra avería en casco y arboladura aparte de la muy insignificante que sito en otra parte.

Al concluir, señor Almirante, réstame cumplir con un sagrado deber recomendando a la consideración de V. S. al cuerpo de oficiales del buque de mi mando, que en el día de hoy han cumplido dignamente con su deber. Igual recomendación me permito hacer a V. S. de la tripulación y guarnición de la Magallanes, cuyo entusiasmo y decisión en estas circunstancias me han dejado así mismo plenamente satisfecho.

Dios guarde a V. S.

                                              J. J. Latorre

***

Comandancia en jefe de la escuadra

Iquique, Abril 13 de 1879

Se aprueba la conducta observada por el comandante de la Corbeta Magallanes, de que da cuenta en el parte que antecede, y pase este original al señor Comandante General de Marina para su conocimiento y demás fines.

WILLIAMS REBOLLEDO

***

PARTE DEL COMANDANTE GARCÍA Y GARCÍA

Comandancia de la División naval en comisión especial. - A bordo  de la Corbeta Unión.- Altura del Loa, a 12 de abril de 1879.

Señor G. M. en el despacho de Guerra y Marina.

S. G. M.

Cumpliendo con las instrucciones que recibí de S. E.  el Presidente de la República para cruzar la vía de comunicación de la Escuadra chilena, tengo el honor de poner en su conocimiento por el digno órgano de V. S. que después de haber recalado con la división de mi mando al extremo sur de nuestro litoral toqué en Huanillos en la mañana de hoy por  breves momentos a fin de recibir las últimas noticias, zarpando inmediatamente de allí con dirección al sur, para reconocer esa costa.

Trascurridas dos horas, a las 9.30 estando frente a la quebrada de Iquique, se avistó por el suroeste el humo de un vapor. Ordené al instante que navegáramos en su demanda y resultó ser la corbeta chilena Magallanes, que viajaba al norte y la que al reconocernos desvió su rumbo al oeste, enmendándolo más tarde hacia el norte.

Emprendida su caza, en son de combate, afiance a las 11 A. M. la bandera con tiro blanco, sin recibir contestación del buque perseguido. Media hora después, hallándonos a tiro, ordené a la Pilcomayo romper sus fuegos con sus miras de proa y a la Unión caer un poco sobre estribor, rompiendo también los suyos con la batería de babor. Corridos algunos minutos, nuestros fuegos fueron contestados vivamente por la Magallanes, cuyos proyectiles pasaban sobre nuestra arboladura o reventaban casi al costado sin tocarnos, siendo en general bien dirigidos.

La rapidez de nuestra marcha no pudo ser sostenida por la Pilcomayo que sucesivamente fue atrasándose hasta quedar como cinco millas al sur, pero el combate continuó con la Unión hasta las 2 P. M. , momentos en que el enemigo recibiendo los últimos disparos, cuyo efecto no hemos podido apreciar, y con un andar superior, que gradualmente había aumentado, logró ponerse fuera del alcance de nuestras piezas, huyendo hacia el norte, rumbo que siguió la división hasta encontrarnos a cinco horas del puerto de Iquique, a donde el enemigo se dirigía indudablemente en solicitud de una escuadra chilena ahí fondeada.

Al dar cuenta de este hecho de armas me complazco en comunicar que todas mis órdenes fueron cumplidas con la mayor precisión y prontitud por los comandantes capitán de Navío don Nicolás Portal de la Unión y capitán de fragata don Antonio Guerra de la Pilcomayo; y que en él, los jefes, empleados del Estado Mayor, oficiales, voluntarios de la columna "Constitución de Callao" y tripulantes de ambos buques, han observados todos una actitud tan entusiasta y decidida que no me permite hacer distinciones especiales; por lo mismo, me permito adjuntar a V. S. las respectivas listas de presentes en este  combate en que nos ha cabido la honra de iniciar la lucha que tan injusta y sorpresivamente ha sido provocada la República.

Dios guarde a V. S.

                             Aurelio García y García

***

PARTE DEL COMANDANTE PORTAL

Comandancia de la Corbeta Unión.

Señor Comandante en jefe de la división naval de operaciones.

                                                                                  En la mar, a 12 de abril de 1879

S. C. J.

Tengo el honor de poner en conocimiento de V. S. que en la mañana de hoy, principiando a recorrer la costa al sur del Loa, después de haber reconocido un bote que conducía emigrantes de Huanillos a Tocopilla, se avistó a las 9:30 A. M. un humo por el S. SO. Inmediatamente por órdenes de V. S., gobernamos en demanda de él para reconocerlo, ordenando a la Pilcomayo acortara la distancia buque a buque; resultó ser la corbeta chilena Magallanes, que al apercibirnos, enmendó su rumbo al Oeste con la marcada intención de huir nuestro encuentro.

Con objeto de cortar su designio, se dio mayor fuerza a la máquina y principiamos a darle caza. A las 11:15 A. M. habiendo logrado sacarle alguna ventaja, se mandó afianzar el pabellón y la insignia, afianzándoles con un tiro en blanco. En este momento V. S. bajó del puente y arengó a la tripulación, siendo contestadas sus palabras con entusiastas vivas al Perú y a la Marina Nacional.

Como el vapor no contestara, ni este buque pudiera romper sus fuegos, por tener su proa enfilada a su costado y carecer de cazadores, se ordenó a la Pilcomayo que lo hiciera, sin que el buque perseguido izara por esto su pabellón.

Minutos después recibí orden de abrir los fuegos, y para ello tuve que separarme de la línea de caja y presentarle el costado de babor. De cuatro a seis tiros descargó este buque antes que el enemigo izara su pabellón, pero cerró un poco su rumbo gobernando más hacia el norte y más tarde rompió sus fuegos por estribor.

No pudiendo seguir la caza de proa por la carencia ya mencionada de cañones cazadores, continuamos el fuego por babor. Media hora después de nuestros primeros disparos noté que el coliza de proa del enemigo cesó por completo, sin embargo de tener siempre nuestro costado en su línea de puntería: esta circunstancia me hace sospechar que sufrió allí alguna avería. A esta misma hora se rompió el eje delantero del cañón nº6, quedando inutilizado por el momento.

A la 1:40 P. M. se había alargado tan considerablemente la distancia entre ambos buques, que nuestras bombas no alcanzaban  con una elevación de más de  3.500 mts., por lo cual el enemigo seguramente también paralizó sus fuegos; sus tiros fueron en general bien dirigidos, pero mal elegido el momento del disparo, o no llegaban a nuestro costado o pasaban por alto; esta es la causa de que no hayamos sufrido la más insignificante avería. Nuestros disparos ascendieron a 148 tiros.

Desde el principio de la caza, la circunstancia de navegar al O.,  de no izar su pabellón, ni contestar nuestros fuegos, manifestaba sus deseos de no comprometer combate, empeño que consiguió en parte aumentando su andar y obligándonos a desviar nuestro rumbo para presentarle el costado.

La caza se siguió hasta las 2 P. M.  y hasta la altura aproximada de Pabellón de Pica, en que virando por el Norte disparamos nuestros últimos tiros con la batería de estribor.

Los Jefes y oficiales del Estado Mayor y de la dotación, lo mismo que los marineros y soldados, se han conducido con serenidad y decisión y solo han manifestado el sentimiento de no haber trabado un combate más empeñoso en servicio del país.

Dios guarde a V. S.

                                    Nicolás F. Portal

***

PARTE DEL COMANDANTE GUERRA

Comandancia de la cañonera Pilcomayo

Señor Capitán de Navío, Comandante General de la división de operaciones en el sur. - Corbeta de Guerra Unión.

Señor C. J.

Dando cumplimiento a las prescripciones de Ordenanza, paso a exponer a V. S. los acontecimientos que durante la mañana del 12 del que cursa tuvieron lugar en esta cañonera, al avistarse un buque de la República de Chile, en las inmediaciones del límite de nuestro litoral con el vecino Estado de Bolivia.

Habiendo zarpado de la caleta de Huanillos, punto de nuestra recalada, y adonde habíamos permanecido próximamente media hora sobre la máquina, mientras que la capitana comunicaba con algunas embarcaciones menores del puerto mencionado, seguimos con rumbo al sur las aguas de la corbeta Unión, navegando sobre su aleta de babor a dos cables próximamente de distancia, según órdenes comunicadas por señales, cuando se nos ordenó reconocer la costa sin perder de vista la capitana, y en cumplimiento recorrimos a poco más de un cable la parte del litoral comprendido entre la punta mencionada y la de Arenas.

En esta situación y mientras la capitana reconocía una embarcación menor a la vela, que navegaba cerca de la Punta de Arenas, se avistó a diez millas próximamente de distancia un buque a vapor, que después se reconoció ser de guerra y llevar calados sus masteleros mayor y de mesana.

Después de interpretar algunas frases entusiastas, que la comandancia general dirigió por señales a las dotaciones de la división, y a la orden de prepararse para el combate, nos pusimos a toda fuerza de máquina en reconocimiento de la nave mencionada, la que a su vez trataba de alejarse con notable velocidad. La capitana afianzó el pabellón nacional con un tiro de cañón a pólvora; y poco después nos mandaba a hacer fuego contra el enemigo con nuestras colisas de caza atacándolo por la popa. Momentos después enarboló la nave perseguida el pabellón de la República de Chile, sin mover la velocidad de su huida.

Aprovechando toda oportunidad y navegando once millas, máximum de andar de esta cañonera, hicimos repetidas veces certeros tiros con la artillería dando a las piezas toda oblicuidad posible hacia popa y el mayor alcance de sus punterías, 4.000 yardas, la capitana hacía un vivo fuego con su artillería. El que a su vez nos dirigió la corbeta enemiga, no tuvo resultado alguno; pues bien la distancia que nos separaba o más probablemente la falta de artillería hacia popa de la nave mencionada la imposibilitaban en la posición en que se hallaba para ofendernos.

A las 2 h. P. M. la corbeta enemiga se encontraba fuera de tiro, y en consecuencia suspendimos nuestros disparos. Cumpliendo órdenes comunicadas por señales se mandó un oficial a bordo de la Unión en demanda de instrucciones.

A bordo no ha tenido lugar otra ocurrencia que la casi inutilización de la 1ª y 2ª falúas, a causa de los disparos de los cañones de la sección de popa, que giraban bajo esas embarcaciones.

No terminaré, señor comandante general, esta exposición sin hacer constar el entusiasmo que animaba a la novel tripulación de esta cañonera y que el único sentimiento que se notaba era el no encontrar en el enemigo una ocasión propicia para poner a prueba el patriotismo de que está poseída.

En la mar, abril 13 de 1879

ANTONIO C. DE LA GUERRA



 

 

 

 

 

 

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