La Guerra del Pacífico: Los Héroes Olvidados, Los que Nunca Volverán 

 

 

 

 

Un hombre solo muere cuando se le olvida

*Biblioteca Virtual       *La Guerra en Fotos          *Museos       *Reliquias            *CONTACTO                              Por Mauricio Pelayo González

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CORONEL ILDEFONSO MURGUIA

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Cuando a tu paso tropieces con una lápida, aparta la vista para que no leas: AQUÍ YACE UN VETERANO DEL 79. Murió de hambre por la ingratitud de sus compatriotas.

Juan 2º Meyerholz, Veterano del 79

 

 

     Condecoraciones

 

 

 

 

 

 

Hijo de Oruro, donde nació el 23 de enero de 1838, creció allí, en el yermo arenal de la ciudad del Pagador, curtida y retemplada su alma a la crudeza del frío y de la rigidez climatérica de su pueblo natal, pero que al propio tiempo, como esos volcanes cubiertos de nieve, que encierran el fuego subterráneo en su interior, debía en su oportunidad hacer la explosión más grandiosa de sus lavas inflamadas en el valor y el santo amor a la patria. En su juventud se dedicó a la explotación de minas, pero luego sentó  plaza, entre los jóvenes entusiastas que formaron las tropas de la revolución del 8 de septiembre de 1857, peleó en los combates que sacaron triunfante a Linares, y este por premio al brillante comportamiento de Murguía, lo ascendió a Capitán. Con el Generla Achá fue vencedor en San Juan, batalla en la que fue derrotado el General Gregorio Perez. Achá le nombró Comandante General de Potosí y luego Comandante de la 2ª División de Ejército. Melgarejo le otorgó el grado de Coronel y quiso tenerlo a su lado, pero Murguía busco medios de evadirse del tirano y evitar su contacto en vista de la repulsa general que despertó en Bolivia el asaltador del 28 de diciembre de 1864; mas bien, pronto tomó parte en la Revolución de La Paz, que tuvo un fracaso en Letanías. Murguía tuvo que tomar el camino de la proscripción, pero coadyuvó luego el triunfo de Moralesen el 15 de enero de 1871. Este caudillo lo envió como subprefecto a Caupolicán, por recelos que tenía con él. En los gobiernos de Frías y Ballivian fue decidido sostener del orden legal, lo único de lamentar es que hubiera sido servidor de Daza, que hecho por tierra el régimen constitucional, pero en fin fue frias quien el 17 de enero de 1876 le dio el nombramiento de Comandante del Batallón 1° de Línea (Colorados), con el que Daza se había hecho el árbitro de la situación. Con todo, vino la Campaña del Pacífico y en ella es que Murguía estaba llamado a jugar el rol más importante.

Caído Daza en Tacna, después de su inaudita retirada de Camarones, el Batallón "Colorados" que había sido el ídolo de aquél, y por quien este tenía tanta adhesión por los mismos y granjerías que le predigaba su antiguo jefe y Capitán General, fue puesto por Murguía en el sendero del deber. Con una sentida, elocuente y patriótica proclama suya le obligó a reconocer el nuevo orden de cosas y que olvidara al traidor Daza, que había enlodado el pabellón nacional. Sin la sugestión de su querido y respetado Jefe Murguía, es probable que los "colorados" no se hubieran conformado con el derrocamiento de Daza. Desde aquel día cambió el nombre que llevaba el "Batallón Daza", con el de "Batallón Alianza".

Vino la gran fecha del 26 de mayo de 1880 que es la que marca la historia, no como el triunfo de una nación sobre otra, sino el triunfo del heroismo boliviano, contra la superioridad del número de la cantidad de cañones y elementos básicos.

El Batallón "Colorados", que estaba en el ala derecha, fue pedido por Camacho para reemplazar las claridades del ala izquierda que flanqueaba. Entra en acción el legendario cuerpo boliviano, Murguía ordena el ataque, una avalancha que se precipitara de la alta montaña, no habría tenido efecto mayor y más teatral que la arremetida de aquellos inmortales granaderos, sobre las líneas chilenas. El Coronel Murguía pudo legítimamente cantar victoria, pues que había derrotado al Regimiento Buin 1° de Línea; del Ejército Chileno, al Batallón "Esmeralda", al "Navales" y al "Valparaiso"; en seguida a la caballería chilena, tomando luego 6 cañones e innumerables fusiles; pero. la falta de un cuerpo más siquiera! Que le hubise cubierto sus bajas, habría ocasionado innegablemente el desbande general del enemigo.

Los 580 colorados quedaron reducidos a 75. Aquel púñado de hérores, sucumbió deshecho por la infernal metralla de la numerosa artillería chilena. Murguía, salvó el honor nacional. Es el verdadero paladín del "Campo de la Alianza". Bolivia debe a Murguía un homenaje de gratitud que perpetúe su memoria.

Cortesía Mauricio Cazorla


 

 

 

 

 

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Viña Corral Victoria ;  Una Viña Patriota

 

 

 

 

 

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