Jos� Luis Araneda Carrasco  ; www.laguerradelpacifico.cl

La Guerra del Pac�fico: Los H�roes Olvidados, Los que Nunca Volver�n 

 

 

 

 

Un hombre solo muere cuando se le olvida

*Biblioteca Virtual       *La Guerra en Fotos          *Museos       *Reliquias            *CONTACTO                              Por Mauricio Pelayo Gonz�lez

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Coronel Jos� Luis Araneda Carrasco

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Cuando a tu paso tropieces con una l�pida, aparta la vista para que no leas: AQU� YACE UN VETERANO DEL 79. Muri� de hambre por la ingratitud de sus compatriotas.

Juan 2� Meyerholz, Veterano del 79

 

 

     Condecoraciones

 

 

 

 

 

 

Nace en Chill�n e 28 de Agosto de 1848 en la ciudad de Chill�n, en una familia de agricultores, siendo sus padres Manuel Araneda y Rosario Carrasco.

Cuando comienzan a escucharse los vientos de guerra que anunciaban que la escuadra espa�ola estaba en las costas del Pac�fico con intensiones hostiles, muchos j�venes que tranquilamente se dedicaban a sus estudios o labores cotidianas, corrieron a los cuarteles a enrolarse. Uno de los tantos es Araneda, enganchado inmediatamente como soldado del Batall�n 7� de L�nea.

Terminado el conflicto con Espa�a, todo el contingente se dirige al sur para enfrentar el conflicto en la Araucan�a, que se manten�a aun latente.

El tiempo transcurri� lento pero con varios enfrentamientos y ya hab�a tenido varios ascensos, hasta verlo con la jineta de subteniente del Batall�n Buin en 1875, unidad que lo llevar�a a la gloria a�os despu�s.

Ya teniente de un par de a�os en 1879 le toca partir hasta e norte con su unidad a enfrentar en territorio totalmente desconocido y distinto al de la Frontera y un enemigo que pelear�a de otra forma.

Su primer destino fue el puerto de Antofagasta, pero m�s tarde en el Asalto y Toma de Pisagua, ser�a donde comenzar�a a demostrar una fiereza y sangre fr�a para sortear las balas enemigas. Le corresponde ser parte de un grupo de desembarco a cargo de hombres del Buin.

Tomasa la plaza, las �rdenes son de adentrarse m�s entre las arenas de desierto a tomar los pozos de Dolores, a sabiendas que quien sea due�o del agua en esas latitudes des�rticas, era due�o de la vida.

San Francisco, Tacna, Arica, Chorrillos y Miraflores vieron la huella de bravura y disciplina del Buin, pero faltaba escribir la hoja m�s gloriosa para el 1� de L�nea en esta guerra, y el capit�n Araneda, grado que se hab�a ganado merecidamente, ser�a el actor principal.

La expedici�n Letelier, la primera que se hac�a a la sierra peruana, levant� en armas contra Chile a todos los poblados que hasta entonces hab�an estado indiferentes a la guerra que se hac�a en los territorios coste�os peruanos, ven�a retir�ndose y siendo atacado por partidas de ind�genas acompa�ados de militares.

Para mantener libre de enemigos el paso de la expedici�n chilena, se env�a una compa��a del Buin a un sector denominado Cuevas, en medio de las cordilleras, 79 hombres en total, mandados por el capit�n Jos� Luis Araneda Carrasco.

Se instalaron un pu�ado en una hacienda llamada Sangrar, otros en Cuevas y otro grupo fue en busca de v�veres.

Lamentablemente estando divididos son atacados por fuerzas militares y montoneros ind�gena, los que aniquilan a la secci�n v�veres y caen de lleno sobre la hacienda.

Parte del d�a y toda la noche, Araneda y sus hombres pueden resistir ataques contantes, hasta que las tropas peruanas dejan el lugar y vuelven a Canta.

Araneda queda con un pu�ado de hombres, pero resiste, cumpliendo la m�s importante m�xima de un hombre de armas: "El militar que recibiere la orden de mantener una posici�n, a toda costa lo har�"

Lamentablemente todo fue en vano, pues Letelier tom� otro camino.

El "premio" recibido por Araneda fue ser ascendido a Sargento mayor y trasladado a una unidad c�vica, al Batall�n Victoria. El militar viaja a Chile dos meses despu�s del combate para no volver m�s al Per�.

Participa en la revoluci�n del 91 siempre en su querido Buin y es de los pocos que sobreviven a este sangriento conflicto.

Pasa sus �ltimos a�os con su esposa Ema Montt Carrera

El 19 de enero de 1912, a las 00.30 horas de la madrugada, dejaba de existir en Santiago, y a los pocos d�as sus restos son acompa�ados por sus camaradas a Cementerio General.

Sus restos hoy descansan en el patio de honor del Regimiento Buin 1� de L�nea.

 

 

 

 

Los Mutilados

 

 

Monumentos


 

 

 

 

 

 

 

 

 

Vi�a Corral Victoria ;  Una Vi�a Patriota

 

 

 

 

 

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