La Guerra del Pac�fico: Los H�roes Olvidados, Los que Nunca Volver�n
Un hombre solo muere cuando se le olvida |
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*Biblioteca Virtual *La Guerra en Fotos *Museos *Reliquias *CONTACTO Por Mauricio Pelayo Gonz�lez |
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Mart�nez MART�NEZ, Luis Cruz
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Cuando a tu paso tropieces con una l�pida, aparta la vista para que no leas: AQU� YACE UN VETERANO DEL 79. Muri� de hambre por la ingratitud de sus compatriotas. Juan 2� Meyerholz, Veterano del 79
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Luis Cruz Mart�nez, el m�s temerario de los combatientes de la Concepci�n, fue hijo de un misterio, pero desde la edad de dos meses le cri� en Curic� como madre adoptiva do�a Martina Mart�nez de Franco, y esto es todo lo que de su ignorada cuna se sabe. De su escuela, dice uno de sus compa�eros de aula lo que sigue, casi tan vago como su cuna: "Al estallar la guerra, estudiaba el cuarto a�o de humanidades en el Liceo de este pueblo, siendo el alumno m�s aventajado con que contaba ese establecimiento. Vasta memoria, inteligencia despejada, aunque demasiado tierna, y conducta ejemplar, eran las prendas que auguraban al joven estudiante un porvenir seguro y un s�lido bienestar a su familia. "Una larga lista de premios confirma los que dejamos apuntado". De su virtud, dej� �l mismo noble memoria, porque cuando ascendi� a cabo, dispuso en favor de su madre adoptiva y desvalida una mesada de ocho pesos, y cuando ascendi� a subteniente, subi� el precio de su gratitud a 30 pesos, los dos tercios de su haber. En cuanto a su valor, hab�a peleado como sargento en Chorrillos y d�as antes de morir so�aba con nuevas batallas. "Por ac�, escrib�a desde Jauja a Chile, el 3 de julio-, se corre con mucha insistencia que iremos al departamento de Arequipa; el ej�rcito lo desea y est� que se muere de ganas de ir cuanto antes. Yo estoy muy contento con la noticia. As� como salvamos en el Manzano, en San Juan y Miraflores, podemos salvar, si Dios quiere, en Arequipa. Ir�, pues, con much�simo gusto al encuentro de los enemigos de Chile". Seg�n todas las noticias recogidas, incluso las aut�nticas del Estado Mayor General, el subteniente Cruz pele� y muri� con imponderable bravura, reconocida y acatada por sus mismos feroces inmoladores. Su tierno cad�ver fue encontrado en medio de la plaza, en el sitio que los pueblos eligen para el z�calo de sus h�roes; y hay constancia de que, reconoci�ndolo los montoneros desde los balcones de la casa de Valladares, situada frente al cuartel en la plaza de la Concepci�n, y que �l sol�a visitar, le gritaban a voces que se rindiera; y el sublime mancebo, blandiendo la espada con su brazo ya herido por dos balas, los denostaba de cobardes y asesinos, hasta que, despedazado literalmente por el plomo, cay� en el lugar maldito. El subteniente Cruz hab�a sido en el Curic� el ayudante favorito del bravo y olvidado Olano, y hoy est� visto que �l no s�lo le ense�� a pelear sino que le ense�� a morir. Era el subteniente Cruz, al comenzar la guerra, ni�o de tan tierna edad que apenas pod�a alzar su rifle a la altura del hombro, y era de estatura tan peque�a y endeble que cuando comenz� a militar como clase en el Regimiento Curic�, le daban sus camaradas humor�sticamente el nombre de "El cabo Tachuela"; pero su alma grande sobrepasaba por 100 codos su ni�ez y su estructura f�sica, y as� qued� probado. Los peruanos mismos, deponiendo su animosidad, declararon que en diversas peripecias del combate le ofrecieron la vida desde las ventanas de la casa ya mencionada de los Valladares, de cuya familia era amigo. Pero el inflexible ni�o a cada grito de misericordia de sus enemigos, respond�a blandiendo su espada en un grito brav�o y osado reto, haciendo recordar en miniatura a Cambronne y su dicho en Waterloo. El subteniente Cruz fue encontrado medio a medio de la plaza de la Concepci�n, con las manos destrozadas por un pertinaz combate sostenido al arma blanca. Y a la verdad, inspiraron a sus propios exterminadores tal respeto la incontrastable resoluci�n y el valor indomable de los 77 chilenos de la Concepci�n, que a�n muertos los �ltimos, aquellos huyeron, cosa que ellos mismos cuentan en sus boletines, y forma un elogio incomparable para "los exterminados". El Congreso Nacional reconoci� por un acto expl�cito el hero�smo de los combatientes de la Concepci�n, otorgando los sueldos �ntegros de los oficiales muertos a sus madres (1883), sin excluir la madre adoptiva, que recibi� un a�o m�s tarde una pensi�n vitalicia por haber "educado a su h�roe".
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� 2000 - 2020 La Guerra del Pac�fico ; Los H�roes Olvidados www.laguerradelpacifico.cl La primera y m�s completa web de la Contienda del 79
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